martes, 20 de enero de 2009

Accidente

Hoy, dos aviones como el de la foto se han estrellado durante un vuelo de entrenamiento. Este Mirage F1 procedente del Ala 14 de la base de Los Llanos en Albacete ha terminado sus días de servicio como monumento a las puertas del Acuartelamiento Aéreo de Tablada, en Sevilla. Los que hoy han caído se han llevado con ellos, en una suerte de vuelo eterno, a dos capitanes instructores y a un teniente alumno. He escuchado cosas que no me han gustado. Frivolidades que no voy a repetir por respeto a los muertos. Hombres que se han dejado la vida haciendo lo que les gustaba. Sonará raro y sé que algunos no lo comprenderán, pero en cierta manera les envidio. Los que somos pilotos frustrados daríamos cualquier cosa por poder volar, aunque sólo fuera una vez, en lo que para otros es su lugar de trabajo. Un lugar de trabajo con riesgos ciertos pero que se asumen con naturalidad como parte intrínseca del quehacer diario. Ningún piloto sube al avión pensando que puede no regresar nunca, de la misma manera que nadie se monta en el coche pensando que se va a matar a la vuelta de la esquina. Y ningún aviador, en su sano juicio, se dedica a jugarse la vida tontamente (la antigüedad del material es un punto que hay que tener en cuenta a la hora de asumir riesgos pero un buen mantenimiento, a veces obligando a canibalizar por falta de asignaciones presupuestarias, hace milagros y mantiene operativos a un número, tal vez no suficiente, de aparatos. Pero ese es otro tema). Los vuelos de instrucción añaden más riesgo al inherente a pilotar aviones de combate, porque hay que aprender a manejar la máquina casi sin pensar llevándola al límite de sus posibilidades. Y para eso no basta con saber volar. Cuando aprendemos a conducir se nos cala el coche, damos un golpe a otro al intentar aparcar, nos tragamos algún semáforo en rojo y no pasa nada. La próxima vez se intentará hacer mejor. Y es posible que algo así haya ocurrido hoy. Tal vez los capitanes estaban familiarizando al teniente con el vuelo en formación cerrada en el F1. Un fallo, un despiste, una corriente de aire, los aviones se tocan, se desequilibran y se van al suelo sin dar tiempo a utilizar los asientos lanzables. Quiero pensar que fue algo parecido a esto lo que pasó y no otra cosa ajena a la pura y dura instrucción. Capitanes Negrete y Carbonell, teniente Álvarez, descansad en paz; volad entre las "estrellas de un cielo radiante de sol", como reza una estrofa del himno del Ejército del Aire.

1 comentario:

Tinúviel dijo...

Me ha recordado inmediatamente los versos con los que Eurípides describe la caída de Faetón: "Cayó apagándose como una estrella fugaz en la frescura de su juventud y ahora su alma vive en el empíreo".

Están en el Elisio, entre las estrellas. Per ardua ad astra. No es consuelo para los que nos quedamos aquí, pero no es un mal destino para los valientes...