domingo, 6 de mayo de 2007

El fin de la era de los dirigibles

El 6 de mayo de 1937, el dirigible Hindenburg, joya de la aeronáutica de la Alemania nazi, se disponía a atracar en la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey), después de completar con éxito otra travesía del Atlántico. Cuando el amarre era ya inminente, una chispa a popa, según algunas fuentes provocada por una acumulación de electricidad estática a causa de una tremenda tormenta eléctrica que acababa de terminar, prendió rápidamente el hidrógeno que sostenía al dirigible y en tan sólo 40 segundos lo redujo a chatarra. De haber sido así, de nada sirvió el especial tratamiento que los ingenieros alemanes dieron al revestimiento del globo para que la estática no se acumulara. De las 97 personas que viajaban en él, "sólo" murieron 35. La mayoría se salvó de las llamas al caerle encima el agua de los tanques al romperse. El reinado de los aparatos más ligeros que el aire llegó aquí a su fin.

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